Conmemorar el Día Internacional de la #Mujer, es recordar que inició como resultado de un movimiento del siglo xx por parte de trabajadoras de una fábrica que fallecieron en protesta por las inadecuadas e injustas condiciones laborales.[1] Por lo cual, requiere reconocerlo desde un enfoque que integre los retos actuales para conseguir el ejercicio de los derechos de las mujeres y, en particular, el goce de los derechos económicos, lo que nos lleva a reflexionar acerca del progreso de la igualdad de #género en el empoderamiento económico de las mujeres mediante la autonomía económica.

Para la CEPAL, la autonomía económica[2] implica que las mujeres tengamos la capacidad de generar ingresos y recursos propios a partir del acceso al trabajo remunerado en igualdad de condiciones que los hombres, ser proveedoras de nuestro propio sustento y tener la posibilidad de decidir cuál es la mejor forma de hacerlo. Aunque en América Latina y el Caribe actualmente las mujeres tenemos un índice de matrícula mayor que los hombres, esto no se refleja equitativamente en el acceso al trabajo remunerado ni al trabajo decente en comparación con los hombres, quienes ganan más en cualquier edad, nivel de educación o tipo de trabajo. Además, de las mujeres que realizan trabajo remunerado, el 58% lo hace en el sector precario informal y con acceso limitado a seguridad social, mientras que 14 de cada 100 mujeres están en el sector de trabajo doméstico, la ocupación más importante para las mujeres en la región.[3]
En México, las mujeres enfrentamos grandes déficits en el ejercicio de la autonomía económica resultado de la discriminación generalizada de género y el reforzamiento de estereotipos de roles tradicionales que obstaculizan el acceso y la participación de las mujeres a los ámbitos económicos, así como sociales, culturales y políticos. La falta de autonomía económica se identifica al desempeñar trabajos no seguros y mal pagados, pertenecer a una pequeña minoría en puestos directivos, tener reducido acceso a bienes económicos como la tierra y los préstamos, participar limitadamente en el diseño de políticas económicas, y no poder aprovechar las oportunidades económicas debido a la sobrecarga de actividades domésticas no remuneradas y de cuidado.
Si revisamos al menos tres indicadores que utiliza el Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe de la CEPAL, vemos para México que en 2019, la población sin ingresos propios por sexo fue del 25.5% en el caso de las mujeres y del 5.8% para los hombres. Asimismo, el tiempo promedio destinado al trabajo remunerado y no remunerado de la población de 15 años de edad y más, desglosado por sexo, mostró que las mujeres alcanzaron el 42.6% de tiempo trabajo no remunerado y un 22.1% de tiempo de trabajo remunerado, mientras que los hombres tuvieron un 1.5% de tiempo de trabajo no remunerado y 44.6% tiempo de trabajo remunerado.[4] Finalmente, la proporción del tiempo dedicado a quehaceres domésticos y cuidados no remunerados, según sexo, y que corresponde al indicador de los ODS 5.4.1, mostró que el 8.8% le correspondió a los hombres, en tanto que el 24.2% a las mujeres.[5]
Estos indicadores nos permiten observar la vulnerabilidad de las mujeres que en su mayoría no perciben ingresos propios, y siguen dependiendo de los perceptores de ingresos para su subsistencia, que generalmente son hombres. También vemos que el tiempo de trabajo no remunerado de las mujeres es mucho mayor que el que dedican los hombres a estas actividades, representando una barrera para la participación en el mercado laboral en igualdad de condiciones que los hombres y el acceso a recursos económicos que nos permitan mayor autonomía.
Desde una perspectiva de economía feminista, aspirar a un mundo igualitario inicia por reconocer el trabajo cotidiano de millones de mujeres, como el doméstico no remunerado y de cuidados, que generalmente se considera un trabajo que se hace por amor, cuando en realidad le corresponde un salario. Además hay que normalizar que estas actividades también podrían ser cubiertas por el Estado mediante guarderías, horarios de estudio extendidos, centros de atención de adultos mayores y de enfermos; incluso pueden ser provistos por el propio mercado.
En el contexto de la pandemia por Covid-19, los análisis de la CEPAL[6] concluyen que la fuerte contracción económica afectará negativamente la ocupación y aumentará la precarización de condiciones laborales en la región, lo que representa un retroceso de más de diez años en el caso de las mujeres. Por ejemplo, se ha profundizado la desigualdad y ha atentado contra la autonomía económica tras el cierre de fronteras con el desplome de comercio mundial y paralización de la actividad productiva nacional que ha puesto en riesgo el volumen, cantidad y calidad de empleo. La caída de la demanda de turismo afectó a las trabajadoras de servicios de alojamiento; la interrupción de cadenas de valor mundiales y cierre de fábricas afectó a las trabajadoras de la industria de exportación como maquila. Los menores ingresos, la caída de la demanda y los cambios de patrones de consumo afectaron a trabajadoras del comercio; mientras que la imposibilidad de realizar trabajo a distancia expuso a las trabajadoras domésticas al virus y al deterioro de sus condiciones de empleo. Asimismo, la aceleración de la digitalización evidenció condiciones laborales precarias y afectó en mayor medida a las mujeres que pocas veces tienen un ingreso fijo periódico y no tienen posibilidades de capacitación.
ONUMujeres afirma que invertir en el empoderamiento económico de las mujeres contribuye directamente a la igualdad de género[7] y lo sustenta en tres criterios. Primero, que las mujeres transformen sus propias vidas, sus comunidades y sociedades y los mercados o actividades económicas en las que participan; segundo, participen en los procesos que afectan su independencia económica, como el mercado laboral; y tercero, que tengan impacto dentro de sus hogares, la comunidad y la legislación y políticas (presupuestos públicos) que afectan su autonomía económica.
Para ayudar a lograr el empoderamiento económico de las mujeres, existen diversos compromisos internacionales, entre ellas la Plataforma de Acción de Beijing adoptada por unanimidad por 189 gobiernos, entre ellos México, la cuál conmemoró su 25 aniversario en el 2020. Con información del informe 2019 de México[8] para el cumplimiento de la Plataforma de Acción, llama la atención la entrada en vigor la Norma Mexicana NMX-R-025-SCFI-2015 en Igualdad Laboral y No Discriminación en 2015, la cual impulsa cambios en la cultura organizacional, al contar con procesos de reclutamiento y selección de personal sin discriminación, con procesos de ascenso y permanencia, y de capacitación, con igualdad de oportunidades, garantizar la igualdad salarial, promover la corresponsabilidad entre la vida laboral, familiar y personal de sus trabajadoras y trabajadores, contar con mecanismos para prevenir la violencia y la discriminación; y fomentar espacios laborales con accesibilidad.
Para febrero 2021, el Padrón Nacional de Centros de Trabajo Certificados con dicha Norma registró 433 organizaciones[9], tan solo 60 más que en abril de 2019 cuando se presentó el informe anteriormente mencionado. Hay que recordar que la Norma Mexicana NMX-R-025-SCFI-2015 en Igualdad Laboral y No Discriminación es una certificación voluntaria, que pueden obtenerla organizaciones del sector público, privado y social, de cualquier tamaño y giro, mientras estén ubicadas en la República Mexicana, que adquieran el compromiso con la igualdad laboral y la no discriminación. Al certificarse, hay beneficios para las organizaciones así como para las y los trabajadores al crear una imagen positiva del centro de trabajo y sus productos o servicios ante el mercado, generar mayor lealtad e identidad hacia la organización, suscitar un ambiente de trabajo a favor de la diversidad, igualdad e inclusión, lo que atrae y retiene talento, disminuir la incidencia de prácticas discriminatorias y de violencia, facilitando su tratamiento y solución, y promover el equilibrio entre las responsabilidades familiares, laborales y personales. Además, también promueve que más mujeres ocupen puestos directivos, con lo que se orienta directamente al cumplimiento del indicador de los ODS 5.5.2 proporción de mujeres en cargos directivos.
En este sentido, es importante decir que si la Norma Mexicana sigue su impulso hacia la transformación en una Norma Oficial, podría convertirse en una efectiva acción afirmativa hacia la equidad de oportunidades laborales, lo que a su vez favorecerá la reducción de la desigualdad de género y discriminación, y aportará al crecimiento económico inclusivo.
Por todo lo anterior, este 8 de marzo (#8M) y todos los días, es crucial reforzar acciones hacia la garantía de derechos y exigencia de medidas afirmativas que ayuden a contrarrestar las dinámicas sociales discriminatorias que afectan nuestra capacidad como mujeres para alcanzar nuestro pleno desarrollo y participar equitativamente en todos los aspectos de la vida pública y privada.

Pluma invitada y mujer que inspira: Violeta Martínez García
Feminista. Internacionalista. Emprendedora. Defensora de Derechos Humanos. Co-fundadora de Dev-Project Internacional @violetamtz
FUENTES: [1] UNESCO.(2019). Día Internacional de la Mujer. Recuperado el 3 de marzo de 2021 En: https://es.unesco.org/commemorations/womenday [2] CEPAL. (s/f). Autonomía económica. Indicadores. Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe. Recuperado el 5 de marzo 2021 En: https://oig.cepal.org/es/autonomias/autonomia-economica [3] ONUMUJERES.( s/f). Empoderamiento económico. Recuperado el 3 de marzo de 2021 En: https://www.unwomen.org/es/what-we-do/economic-empowerment [4] CEPAL. (s/f). Autonomía económica. Indicadores. Observatorio de Igualdad de Género de América Latina y el Caribe. Recuperado el 5 de marzo 2021 En: https://oig.cepal.org/es/autonomias/autonomia-economica [5] CEPAL. (2019). Bases de datos CEPALSTAT. Recuperado el 5 de marzo 2021. En: https://cepalstat-prod.cepal.org/cepalstat/tabulador/ConsultaIntegrada.asp?idIndicador=3201&idioma=e [6] CEPAL. (2021). La autonomía económica de las mujeres en la recuperación sostenible y con igualdad. Informe Especial COVID-19. Recuperado el 4 de marzo de 2021 En: https://oig.cepal.org/sites/default/files/s2000740_es.pdf [7] ONUMUJERES.( s/f). Empoderamiento económico. Recuperado el 3 de marzo de 2021 En: https://www.unwomen.org/es/what-we-do/economic-empowerment [8] INMUJERES. (2019). Informe Nacional Exhaustivo de México en cumplimiento de la Plataforma de Acción de Beijing. Recuperado el 3 de marzo de 2021 En: https://www.cepal.org/sites/default/files/informe_beijing25_mexico_final.pdf [9] Norma Mexicana en Igualdad Laboral y No Discriminación (s/f). Norma Mexicana NMX-R-025-SCFI-2015 en Igualdad Laboral y No Discriminación Padrón Nacional de Centros de trabajo Certificados. Recuperado el 4 de marzo de 2021 En: https://www.gob.mx/inmujeres/documentos/padron-nacional-de-centros-de-trabajo-certificados-en-la-norma-mexicana-en-igualdad-laboral-y-no-discriminacion
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